¡Oh, Dios de los destellos!
que golpe has golpeado,
mi amor has descubierto
y mis versos has cambiado.
Mi querida amada:
mis pinceles has tornado
al del niño bien portado
y la prosa en tu ventana
me acomoda la toalla.
En tu cama encubierto
te pido en tus deseos,
a los sueños del delito
en la pasión del suspiro.
Y tus ojos me redimen
tus destellos me detienen
y tus labios endulzados
con los míos en tus besos.
Te amo…
Stillzar Flames