Si el bardo fijara su letra en las cuerdas de un laúd: amaría más la lira que el amor que lo inspira. O si acaso el trovador compusiera notas con el revolotear de las mariposas: sería mejor el invierno que un amanecer. Si el juglar en su empeño acaricia el sonido de una cascada: la caída perdería su cautivador rocío. Y yo, siendo ninguno, soy de todos ambos lados, porque solo así te amaría: “con tus hermosas virtudes y tus encantadores defectos”. Te amo… – -Stillzar Flames
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