Trasluce el vecino arcaico del fulgor como su adepto, a las funciones del adeudo no le fatiga el año
el silencio es la ofensa al paisano que se apaña, es natural que se amaña al precepto que se arregla
ya, dolido y sin prenda es dechado de la maldad que ocultarse pretende innoble infiel y docente
su propio timbre anuncia ansias de amortajada en el hedor del zafiro que prende sobre su velo
la indeleble letra del sustento, del amor, y del bien y del llanto sudorosa tiembla en mi mano ¡Ay de aquel susodicho vano!- Stillzar