Querido Dios. Indecible es TU manifestación gloriosa de amor, de hazañas memorables e historias que no se alteran porque TU majestad es eterna. Dueño del tiempo y espacio, que domina la inmortalidad con PROPIA belleza cristalina. TU eres quien se ha acordado de mí, gracias.
¡Oh mis ‘TUS’ amado! que en el dolor de mis pesares yo pueda continuar. Permíteme las fuerzas de llorar, porque: “a lo bueno llaman malo”, para “hacer el bien al que me hace mal”, “amar a quien me aborrece” y de siempre tener “una blanda respuesta” en los tributos del amor. También de sentir compasión por los que te dicen “Señor, Señor…” pero disfrazan TU voluntad” son los que “habiendo comenzado en el espíritu terminan en la carne”.
Duele mucho, pero gracias por la angustia, porque así pude compartir Contigo un ratito más. Queridísimo Padrecito, bendice a quien te busca en espíritu y en verdad. Y otórganos la merced del don del bien hacer, por amor de TU NOMBRE. Amén.