Creador de todo entendimiento; TU, Infinito Hacedor de lo imposible, de Eterna Supremacía que gobierna los estatutos de la verdad, TU el Principado, TU el hálito que nos has dado para que podamos entenderte. Gracias Padrecito del Verbo; Palabra Viviente, Sanadora y Existente en los atrios resplandecientes de TU poder y bondad.
He considerado mi fe vasija de TU misericordia sin mediar toda suerte del espectador innocuo de TU realidad, y mi tranquilidad depositada en TI ha sido causa de pavor insospechado. Perdona mi lanzada madurez y restaura mi sencillez de silencio. Nuestros amores son nuestros amores. Lo siento. Fui irreverene a TU promesa.
¡Oh, Queridísimo Amado! Que la angustia me da otra oportunidad de sentir TUS brazos. Ahora, postrado en testimonio de lo cual soy TUYO, reverencio TU Palabra con lágrimas. “Instituye nuevamente la inspiración de mi acechado corazón”, el cual serenará los honores del calor que une todo lo bueno, comisiona al Instruido. Ten misericordia de todos y en todo, se solamente TU en este nuevo día y deja sentir TU voluntad. Amén.